viernes, 26 de julio de 2013

Pixar y el maravilloso mundo de los monstruos

Monsters, Inc., la maravillosa película animada dirigida en 2001 por Pete Docter (en contubernio con Lee Unkrich y David Silverman) para los estudios Pixar –distribuída por la casa Disney-, es una obra cercana a la perfección. La historia del propio Docter, Jill Culton, Jeff Pidgeon y Ralph Eggleston nos presentó a dos personajes entrañables: el “asustador” profesional James T. Sullivan (voz en ingles de John Goodman) y su asistente ciclópeo Mike Wazowski (voz original de Billy Cristal), dupla que labora en una gran factoría –que da nombre a la cinta- y emplea tecnología que comunica su mundo con el nuestro a través de las puertas de los armarios de los dormitorios de los niños. Todas las noches las cruzan sigilosamente, y al aterrar a los inocentes habitantes del otro lado obtenían energía para su orbe, lo que hacía su labor indispensable para la supervivencia de su sociedad. El dilema surgía con la pequeña de dos años MaryBoo para los cuates-, quien cambió en más de una manera su percepción de la realidad. El resultado nos hace experimentar un sinfín de emociones –desde la risa más estridente, ternura y sobresalto- y nos permite comprobar la magia de ese territorio llamado infancia. Entre los méritos de su versión hablada en español destaca el logrado doblaje de Víctor Trujillo como Sullivan y Andrés Bustamante como Wazowski, comediantes fundamentales de mi adolescencia. Su anécdota y mensaje final –la risa es más poderosa que el miedo y no todo lo diferente es malo- son insuperables. El filme es un paquete muy bien cerrado que ofrecía pocas posibilidades de una secuela directa. Su inmenso éxito comercial –más de medio billón de dólares alrededor del mundo- hizo inevitable que Disney –hoy dueña de Pixar- pensara en otra película. El dinero manda. Y la verdad es que se tardó demasiado. Como era difícil ir hacia adelante, eligieron el camino obvio: ver hacia atrás.

Esa es la premisa de Monsters University (Dan Scanlon, 2013), una precuela impecable y deslumbrante, que hace alarde del avance de los recursos tecnológicos que no dispuso la primera aventura. El guión de Daniel Gerson, Robert L. Baird y Dan Scanlon se remonta a la infancia de Wasowski (voz nuevamente de Billy Cristal y Andrés Bustamante) y su resolución para convertirse en un “asustador” a pesar de su simpático aspecto. Al llegar a la adolescencia ingresa al recinto educativo que del título de la película, donde conoce al joven Sullivan (otra vez John Goodman y Víctor Trujillo), miembro de una popular familia de “asustadores”. Diametralmente opuestos, entablan una gran amistad que habrá de convertirlos en una de los más fructíferos dúos de su medio. La coincidencia se encuentra en las diferencias. El conjunto, si bien es divertidísimo y espectacular, no deja de hacerme sentir que es innecesario. No iguala remotamente a la contundencia de la primera película. La veo como un gran divertimento, como un producto realizado con la intención de arrastrar a las grandes multitudes de niños al cine, que sus padres les compren cuantas golosinas les permita su bolsillo, consuman “cajitas felices” en la hamburguesería de su preferencia y hagan filas para adquirir el DVD –o BluRay- cuando salga a la venta. La gracia de Monsters University radica en la curiosidad, en ese ensamble de inadaptados convocados por Wasowski, en la aparición del “pejelagarto” Randall Boggs (Steve Buscemi de nuevo), en ver enfundada en un uniforme de trabajo a la malhumorada Roz o en esa fotografía del pasado con Henry J. Waternoose III, otrora cabeza de la empresa que usaba un look similar al del pintor Bob Ross o los jugadores de los Harlem Globetrotters. E instalándonos en nuestros terrenos –el horror-, el susto final que ejecutan Wasowski y Sullivan en una cabaña con una vista semejante a la de Crystal Lake, es un momento estupendo. La gran moraleja, “puedes llegar tan alto como desees si verdaderamente te lo propones, sin importar tu origen o aptitudes”, entra en conflicto con otra que advertí, alarmado: “No importa una carrera universitaria o romper las reglas. Siempre puedes escalar posiciones desde abajo”. Rescatando lo mejor, la honestidad de Sullivan puede enseñar a los niños que todas las acciones tienen consecuencias. La conclusión de la cinta, el primer día de trabajo del par, es sólo el preámbulo a una experiencia mayor que resume el entusiasmo de Wasowski: “no puedo esperar”.

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