La
idea se recicla 25 años después –muchos creativos lo están haciendo- en la
serie de cortometrajes para Internet :DRYVRS, dirigida en su primer
episodio por Jack Dishel y Kerry Harris, escrita y creada por el primero.
Culkin, hoy un hombre de 35 años, vuelve a encarnar al otrora inocente Kevin. Sólo que, como en la vida real,
es un adulto inestable, traumatizado por su experiencia del pasado. Es que el
error de sus padres, divertido como lo presentaba el guión de Hughes, podría
ser legalmente sancionado en nuestra era. En la legislación mexicana, por
ejemplo, figura el delito de “abandono de infante” y estoy seguro que, de ser
conocido por las autoridades de su país, habría ocasionado consecuencias severas.
Culkin es el conductor –reemplaza a su
esposa- de un servicio de transporte tipo Uber que narra sus vivencias a su
desconcertado cliente: “Es la maldita navidad, toda tu familia se va de
vacaciones y olvidan a su maldito hijo de ocho años. Y lo dejan sólo en casa,
por una semana. Y defiendo mi casa de dos intrusos sicópatas. Era sólo un niño.
Todavía tengo pesadillas con ese tipo calvo, persiguiéndome, hablando como Sam
Bigotes, “voy a arrancarte las uñas”, “voy a agarrarte, pequeño travieso”. Todo
está salpicado humor negro, con referencias de las películas, desde su
partitura –usada como ring tone-
hasta anécdotas. “El comer una rebanada de pizza era una guerra”. Kevin, de ser
“víctima” se convierte en “victimario”, como todo buen psicópata. Todo culmina
en un baño de sangre al más puro estilo de Quentin Tarantino, con el famoso
grito de su tierna niñez.
En
definitiva es una muy breve alternativa, de sólo cinco minutos de duración,
para enfrentar la melcocha de estos días con la frente en alto.